Seguimos la historia.

19.7.11

Hola Nueva York [Parte 4]

Cuando llegué a la cocina, vi que mamá iba a abrir la puerta. Ya había llegado Cameron. Mi padre lucía muy elegante con su traje negro. Mamá y Charlotte, estaban muy glamourosas. Charlie llevaba un vestido gris con brillo y el pelo recogido con una flor brillante. Mi madre tenía, también, un vestido, que era de color negro; su vestido era por debajo de las rodillas. Llevaba tacones altos y perlas. Justo cuando llegaba, entró Cameron. Estaba tan lindo, con un traje parecido al de mi papá pero mucho más al estilo 'Cameron': desprolijo, elegante y atractivo, claro.

- Buenas noches... -dijo con respeto, como si acabara de conocernos.
- Puedes sentirte como en tu casa, Cameron. -sonrió mamá.
- Eres como de la familia -rió papá. Cameron río con el, y me miró. Se iba a acercar, pero Charlotte corrió a saludarlo entonces el se quedó con ella. No me quedaba más remedio que acercarme. Caminé unos pasos y le sonreí levemente. El dejó a Charlie, y sonrió.
- Hola, Ellen. -dijo mirándome con esos ojos profundos. Yo sonreí, y lo saludé... pero con un beso en la mejilla. El se ruborizó levemente y se hizo un silencio incómodo.

18.7.11

Hola Nueva York [Parte 3]

- Sí, vendrá Cameron a casa -sonrió mamá mirándome. Me ruboricé, pero no debía hacer eso porque notarían que me sucedía algo raro.
- Pero... -comencé a decir- ¿No está en roma?
- No, cariño. Llegó ayer. Estaba quedando en la casa de la madre de su novia, que vive aquí. El se comprará un departamento a dos cuadras de nuestra casa. Creí que sabrías, como son tan amigos -me dijo papá, mirándome extraño. Yo asentí y terminé rápido mi comida, para subir a mi habitación.
Cuando llegué allí, tomé el teléfono y marqué el número de Cameron. Sonó tres veces y me atendió.

- ¿Hola? -dijo.
- Hola Cameron. Soy Ellen. Gracias por decirme que estabas en Nueva York. -le dije en tono enojado.
- ¿Y por qué tendría que haberte dicho? -rió.
- Porque creí que era tu mejor amiga. Pero claro, tienes novia y 18 años. Seguramente ella es una top model de tu misma edad y...
- Ellen, cariño... -comenzó a decir. Yo quedé helada. ¿Cariño?- eh, Ellen. Ella tiene 16 años, como tú. Tranquila, eres mi mejor amiga y lo serás por siempre, que te quede claro. Lana irá al mismo colegio que tú. Seguro se conocen.
- Está bien -suspiré.
- Mejor. Ahora me tengo que ir, nos vemos esta noche... ¿No?
- Sí, Cameron. Nos vemos, te quiero... amigo.
- Yo también, y mucho.
Después de eso, busqué en el vestidor el uniforme de la escuela; era mejor dejarlo listo. Estaba compuesto por una falda gris por arriba de las rodillas, una camisa blanca, medias blancas y una corbata gris. También tenía un sweater bordó y, en los pies, llevaría unas John Foos grises. Lo dejé al lado de la cama, me acosté para pensar... y me dormí.

Cuando me levanté, eran las seis y faltaba una hora para que venga Cameron. Salté de la cama y fui rápidamente al baño, donde puse agua en la tina para que se caliente. Me bañé, me sequé el pelo y el cuerpo. Fui al vestidor y saqué un vestido de París. Era corto, de color rojo y con breteles finos. Busqué unos zapatos de tacón alto, del mismo color que el vestido y con el mismo glamour. Me vestí y fui otra vez al baño, para maquillarme y peinarme. Me dejé el cabello suelto y me puse un pequeño moño, del lado derecho, color rojo y con encaje negro. Me puse rimmel y delineador negro en los ojos, labial rojo y unos pendientes negros y brillantes. Miré en mi teléfono la hora, solo faltaban diez minutos, por lo que bajé al comedor.

12.7.11

Hola Nueva York [Parte 2]

Al darme cuenta que estaba conectado, empecé a escribirle algo pero el me ganó de mano, pues ya me había escrito algo.
Cameron: Ellen! Tanto tiempo.
Ellen: Sí, Cam. ¡Te extraño mucho! Pensar que hace unos dos meses estábamos juntos en Roma.
Cameron: Eh... Sí. Lindos tiempos, ¿no? Pero te tengo una muy buena noticia.
Ellen: ¿De veras? Dime.
Cameron: Yo... Iré con alguien a Nueva York. Es una chica, es mi novia. Su nombre es Lana, y tiene 16 años, ¡como tú!
Ellen: Oh, Cam. Te felicito... Pero es tarde, me tengo que ir a dormir.
Cameron: ¿No quieres seguir hablando, Ellen?
Ellen: No, no. Mañana... tal vez. Adiós.

Y, sin dejar que me responda, cerré la notebook y la apoyé sobre la mesa de luz. Me tiré a mi cama y cerré los ojos. ¿Por qué me sentía así? Cameron era mi mejor amigo, habíamos pasado un mes juntos en Roma, y lo conocía desde los tres años. Creí que había algo, algo mágico. Pero soy inútil en esto del amor, pensé. Suspiré y me metí dentro de mi cama, dejándome caer en un dulce sueño.

- ¡Arriba, Ellen! -me despertó la voz de mi pequeña hermanita. Me sonrió desde la puerta y se fue corriendo, dejando ahí su osito Phoenix. Aún con los ojos cerrados, busqué sobre mi mesa de luz el teléfono móvil. Cuando lo encontré, me fijé la hora; eran casi las doce. Me senté en la cama para despertarme y rápidamente me paré. Entré a mi vestidor y me saqué el pijama. Busqué unas medias de color negras, una falda corta color crema, mi camiseta negra y una chaqueta del mismo color que la falda; como era otoño, hacía un poco de frío. Busqué mis borcegos color crema y me los puse. Rápidamente fui al baño, me cepillé el pelo y los dientes. Volví a mirar la hora en el reloj de la pared. Eran las doce en punto, por lo que llegaría a tiempo para el almuerzo. Cuando bajé, estaban todos sentados y listos, esperando a la comida. David, el mayordomo, estaba trayendo el almuerzo. Tenía tanto hambre que ni siquiera me fijé que era cuando comencé a comer.
- Ellen, Charlotte -dijo papá con su vos grave y firme- Esta noche vendrá una visita. -dijo mirándome.

-Continuará-

11.7.11

Hola Nueva York. [Capítulo I]


Hace una semana me había mudado de Los Ángeles, y mis padres ya tenían un colegio para mi, la casa y trabajo para ellos. No estaba sorprendida, ya que papá tenía contactos en todo el mundo y, principalmente, en Nueva York. Tampoco me había sorprendido la mansión con piscina que habíamos comprado, porque eso era común en nosotros. Tenía tres pisos; mi habitación estaba en el último de todos. La casa tenía un estilo minimalista por fuera, y por dentro era totalmente glamourosa.
Eran más de las diez de la noche. Ya había cenado un sándwich de jamón y queso y me despedí de papá, que estaba en la cocina. Subí por ascensor al tercer piso, donde estaba mi habitación y la de Charlotte, mi hermana de 7 años. Mamá le estaba leyendo un cuento, por lo que me despedí de ellas dos. Luego de eso, caminé hacia mi habitación. Mi dormitorio estaba pintado de blanco, excepto la pared detrás de mi cama, que era fucsia. Sobre la pared fucsia tenía un espejo redondo, con marco plateado. Hacia la derecha de mi cama de dos plazas, había un rincón con un ventanal cubierto por una fina cortina fucsia. En ese rincón tenía cinco almohadones blancos, que se encontraban ubicados encima de la alfombra rosada oscura, que cubría una parte del suelo de madera. En frente de mi cama, tenía mi escritorio donde estaba mi notebook y mi teléfono. Sobre el escritorio, tenía un plasma. Al lado del escritorio, había una puerta que te conducía a mi amplio vestidor, donde también tenía un tocador y un gran espejo. Otra puerta, te llevaba al baño que tenía una bañera con hidromasajes.
Cuando entré a mi dormitorio, me puse mi pijama y lleve la notebook a la cama. Tiré los almohadones al suelo, y encendí la notebook; quería hablar con Cameron. Cameron era un chico que había conocido en mi viaje a Italia. El tenía 18 años y vendría a estudiar derecho a Nueva York. Por suerte, cuando abrí el chat, estaba.

-Continuará-